Identificar la equidad con que la población chilena accede a servicios energéticos de calidad y generar una propuesta de definición de pobreza energética socialmente robusta fueron los objetivos de la investigación “Acceso equitativo a energía de calidad en Chile. Hacia un indicador territorializado y tridimensional de pobreza energética”, desarrollado por la Red de Pobreza Energética de la Universidad de Chile.
El documento, elaborado con la participación de más de 20 profesionales de diversas disciplinas, centros y casas de estudios, desarrolla dos propuestas para cuantificar la pobreza energética en Chile: identifica el estándar nacional de acceso a energía de calidad y, luego, un índice tridimensional de pobreza energética que permite sintetizar este fenómeno en indicadores posibles de observar con los datos existentes para el desarrollo de políticas públicas en esta materia, en miras de avanzar hacia una caracterización más compleja del fenómeno.
Los resultados de esta investigación indican que la pobreza energética en Chile se expresa en una mala eficiencia energética de la vivienda, bajo confort térmico, un gasto excesivo en energía y alto promedio de tiempo de las interrupciones del suministro eléctrico.
“Un hogar se encuentra en situación de pobreza energética cuando no tiene acceso equitativo a servicios energéticos de alta calidad para cubrir sus necesidades fundamentales y básicas, que permitan sostener el desarrollo humano y económico de sus miembros” indica Anahí Urquiza, coordinadora de I+D+i de la Red de Pobreza Energética (RedPE), Investigadora Responsable de Proyecto Fondecyt Nº11180824 sobre pobreza energética en Chile e investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
La pobreza energética implica más dimensiones que el gasto excesivo que pueda enfrentar un hogar, relacionándose también al acceso a servicios energéticos de alta calidad. Estas condiciones incluyen los umbrales físicos y económicos de acceso a la energía, así como también a los niveles de confort que alcanzan las personas que viven en los hogares.
Al considerar las proyecciones climáticas y los nuevos requerimientos asociados a ellos, la baja eficiencia térmica y la inestabilidad del servicio se constituyen en nuevas condiciones que aumentan la desigualdad a nivel nacional. “Es sumamente urgente que el país cuente con instrumentos y metodologías para cuantificar los hogares que sufren los efectos negativos de un acceso desigual a energía de calidad”, señala Rubén Calvo, investigador de la de RedPE y especialista en políticas públicas, pobreza y desigualdad.
El estudio da cuenta que la baja eficiencia térmica de las viviendas, otra expresión de pobreza energética, es una característica transversal a nivel nacional. En cambio, la calidad del suministro eléctrico es más baja en las zonas centro, centro-sur y sur del país, probablemente debido a condiciones geográficas y climáticas.
Para los investigadores de la Red de Pobreza Energética estos resultados no sorprenden: históricamente en Chile hay malas condiciones de aislación térmica de las viviendas. La baja exigencia de la actual Normativa Térmica, implementada entre los años 2000 y 2007, sumado a la evidente dificultad de electrificación para zonas aisladas y de difícil acceso.
Gran parte de los problemas de contaminación atmosférica de las ciudades del sur del país se relacionan con estas barreras.
Principales Resultados
En relación con el gasto excesivo en energía, un 22,6% de los hogares no puede cubrir simultáneamente las necesidades básicas de la línea de pobreza oficial. Por lo tanto, cerca de 1.160.426 de hogares de los centros urbanos chilenos tienen un gasto excesivo en energía o realiza un gasto energético menor, poniendo como prioridad otras necesidades.
Asimismo, la investigación remarca las actuales brechas de información en materia de pobreza de energía y ofrece una guía para la generación de datos más complejos, robustos y territorializados, que permitan comprender y enfrentar esta problemática, promoviendo un desarrollo más sustentable, equitativo y resiliente de Chile, considerando los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Si bien Chile posee una alta electrificación (99,63% de los hogares según CASEN 2017), el acceso a energía eléctrica varía en función del territorio. Por ejemplo, la comuna de Pumanque presentó en 2012 un promedio de interrupciones del servicio eléctrico correspondiente a 10,63 horas anuales, esto sin considerar eventos de fuerza mayor. En el caso de la comuna de Camarones, durante el año 2015 las interrupciones al servicio eléctrico se tradujeron a 7,89 horas anuales.
Según los indicadores del Banco Mundial, Chile ha experimentado un crecimiento constante en las últimas décadas a pesar de los vaivenes económicos mundiales, manteniéndose sobre el 4% en promedio en los últimos 25 años. “Pese a este crecimiento, hoy Chile es un país desigual social y económicamente, con profundas dificultades para enfrentar los desafíos del siglo XXI. En este contexto, el acceso a energía limpia es una condición habilitante, tanto para el desarrollo más equitativo como para avanzar en la ineludible transición energética”, concluye Anahí Urquiza.
Investigación completa disponible para descargar aquí